Horario de guardería

 

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Bueno, llevo diciéndolo tantas veces, que ya casi no tiene sentido que se lo siga repitiendo, si, de todas maneras, al final, ustedes van a seguir haciendo lo que les venga en gana. O, ¿no?

A ver, necesito que vengan antes. No sé ya cómo decirlo. No pueden estar llegando todos los días con este retraso. Luego, a nosotras, nos obligan a dar el parte. Que ustedes llevan muchos días fuera del margen, ¡hombre!

A ver, que, aquí, es su hija la perjudicada, y nadie más. Que, si ustedes no llegan dentro de los márgenes establecidos, ella se queda sin cobertura en el seguro. Y no digo que vaya a pasar nada, pero siempre hay algo que pasa. Puede caerse, por ejemplo. Que aquí no paran de zurrarse unos con otros, y las caídas… pues están, están. Y a veces, son un poco feas, eh. Vaya, que se puede romper un diente y, aquí, si el seguro no cubre, pues… ¡qué les voy a contar! Pues que la pobrecita no va a parar de sangrar, ¡y solita, encima!

O pongan ustedes, que el incidente sea aún mayor. Que anteayer, en el centro de al lado, se cayeron unas tejas. ¡Vamos! No le abrieron la cabeza a uno de los críos, de puro milagro. Imagínense, que eso llega a pasarle a su hija, ¡sin cobertura! Se quedan sin hija y sin indemnización. Que sí, que ya sé que el dinero es lo de menos, pero cuando la desgracia llama a la puerta, mejor que venga con billetes. O, ¿no?

Y no es eso, que tampoco hay que ser tan dramáticos. Miren, les voy a poner otro ejemplo. Imaginen que, por un segundo de descuido, la puerta quedase abierta. Es algo que puede suceder. Es muy probable, puesto que ninguno de ustedes cierra la puerta al salir, como bien llevo repitiendo desde el inicio de curso. Imaginen, entonces, este caso.

La niña, cansada la pobrecita mía de todo el día, que se ha tenido que pasar entre empujones, bofetones y gritos, y con unas ganas tremendas de ver a sus papás, que tanto tardan siempre en llegar, decide que esta vez es ella la que va a buscarlos, a ustedes. ¡Se imaginan el susto! Porque fuera de cobertura, nadie se haría cargo de ella.

Deben ustedes comprender la situación. Si nos hacemos cargo de niños sin cobertura, bien podríamos jugarnos el puesto. Bastaría un simple error. Nuestra postura no sería la de cuidadora sino la de un adulto cualquiera que se entromete donde no le llaman y, peor aún, ¡con un menor! Así que, hagan el favor de venir a la hora. Que llevan dos semanitas llegando a y treinta y cuatro, a y treinta y seis y, por dios, ¡a y treinta y siete! Aquí, la niña tiene que estar fuera a y media. El resto es un favor que le hacemos, algún día, que un descuido lo tenemos todos. ¡Pero no todos los días!


Mofred

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